Avenida de los Guindos
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Ocio en Málaga: concierto
BENAVENT, DI GERALDO, PARDO
- CARLES BENAVENT – BAJO
- TINO DI GERALDO – BATERÍA
- JORGE PARDO – SAXOS, FLAUTA
BIOGRAFÍA
El arte del trío Benavent, Di Geraldo, Pardo
El trío parece la mejor solución cuando las parejas caen en la rutina. No hablamos de sexo. En el ciclismo sólo creen en los “tercetos”. Si alguien quiere arruinar su vida sexual que le proponga un “terceto” a su pareja, o a su amante.
Hablamos de música y, sobre todo, hablamos de jazz. Los tríos en el jazz han sido particularmente gratificantes. Recuerden la volcánica dinámica del trío de Oscar Peterson o la extrema sensibilidad del trío de Bill Evans.
El flamenco antiguo ha sido de natural monógamo; a cada cantaor le corresponde su “sonanta” y, cuando la cosa se anima, entra un pelotón… y todos los que tienen música y compás en la garganta, en los dedos o los tacones, arriman el hombro y las palmas.
Carles Benavent, Tino Di Geraldo y Jorge Pardo nunca pensaron en formar un trío, ellos son más de sexteto para arriba, pero un día se quedaron solos y tres minutos antes de suspender el concierto decidieron probar, a ver. Ese es su perfil generacional, son músicos que a la par de desarrollar un sonido único y personal tienen un altísimo concepto colectivo.
Carles, Tino y Jorge son esos músicos que ampliaron los horizontes del flamenco contemporáneo cuando entraron a formar parte de los grupos de Camarón y Paco de Lucía. No fueron los únicos y son los primeros en señalar a los compañeros de reparto. Con ellos el flamenco alcanzó otra dimensión.
Carles y Jorge entraron en el mítico sexteto de Paco de Lucía con el que dieron varias vueltas al mundo. Tino, que venía del rock, entró a grabar con Camarón y con Manolo Sanlúcar y con Paco. Bueno, antes le llamó Diego Carrasco que elevó los brazos al cielo en sintonía con el compás y el universo. Todo eso ocurría tras la muerte de Franco (1975). La transición que hoy se pone en tela de juicio en la cosa política, ocurrió de verdad en el flamenco. Camarón volaba en “La leyenda del tiempo” (1979) y Paco imploraba: “Sólo quiero caminar” (198?) y esta gente se lo tomó en serio eso de hacer camino y, casi sin darse cuenta, se inventaron una manera distinta de tocar jazz.
En estos años hemos aprendido a escuchar al tío Borrico de Jerez como se escucha a John Coltrane con Miles Davis; hemos pasado del swing al soniquete, del “no merece la pena si no tiene swing” de Duke Ellington al “si no tienes soniquete pa qué te metes”… Y llegaba el grupo de Paco, el sexteto, y esa banda sonaba como si nos fuéramos a morir antes del bis, y así conocimos a mogollón de amigos de todo el mundo que nos contaban lo mismo que estábamos intentando contar aquí… que era escuchar a esta gente, y la tierra desaparecía debajo de nuestros pies porque lo que hacían era nuevo para el planeta entero. Y llegaba Diego Carrasco y nos decía: que sí y que no; que si escuchábamos a los viejos encontraríamos ese eco que nadie más tiene. Y el trío le metió compás y candela al Diego y éste, claro, se proclamó “Inquilino del Mundo”.
Tino, Carles y Jorge. Pardo, Benavent y Di Geraldo, un trío que parece una orquesta con la ventaja de que estos caben en una moto con sidecar. Unos músicos admirables y admirados que tocan sin mirar cómo se llama el compadre de al lado. Un día descubres que Carles ha tocado con Miles Davis y Quincy Jones, que Jorge hace migas con Chick Corea y que Tino lo mismo se va con Luz Casal que con Jackson Browne. El día que aterrizaron en Soweto con Tomasito y otros flamencos se montó una fiesta zulú. A estas alturas ya no nos importan las definiciones si la cosa va de jazz flamenco o resulta que es flamenco con jazz. Lo importante es que podemos escucharlo otra noche más y ser un poco más felices.